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24 de diciembre de 2017

Los profesionales que no paran en Nochebuena relatan cómo abordan esta jornada: «Hay que estar siempre disponibles»


Personal médico y de seguridad, taxistas y serenos, entre otros, pasan la noche entre el trabajo y llamadas de familiares y amigos


Aunque parezca que todo se detiene durante la noche de hoy, no es así. La ciudad sigue funcionando, como cualquier otra jornada nocturna. Independientemente de que sea Nochebuena. La reunión familiar, la cena y la posterior fiesta o sobremesa son algunas de las cosas que cientos de profesionales se pierden cada año en la ciudad. Médicos, taxistas, serenos y guardias de seguridad son algunos de los profesionales que saben que el trabajo no entiende de fechas especiales, aunque, en ocasiones, cuesta.

«Lo cierto es que cuando toca turno una de estas noches lo notas. La familia muchas veces te llama para decirte que te echa de menos, que están reunidos sabiendo que falta uno. De todas formas, te acabas acostumbrando ya que eres consciente de a qué te dedicas», explica Manuela Riera, traumatóloga en el Hospital de Cabueñes. Riera acumula trece años de trabajo en el hospital gijonés y ésta, indica, no es la primera vez que tiene que trabajar de madrugada en Nochebuena. Su horario, de diez de la noche a diez de la mañana, le impedirá disfrutar de la cena con su familia, lo que no significa que no vaya a estar acompañada. «Nos juntamos todos los que estamos de guardia en una mesa grande de la cafetería y tenemos una comida bastante especial, ya que nos conocemos todos y hay muy buen ambiente», subraya. Durante el día, además, se trata de agilizar al máximo el proceso de alta para que el mayor número de personas ingresadas pase la noche en casa. Aunque ésta no sea una noche especialmente conflictiva, los trabajos relacionados con la seguridad «nunca duermen». Así lo asegura Jaime González, que desde hace trece años trabaja en IGS Seguridad, una empresa asturiana especializada en este sector.

«Una noche más» Al igual que Riera, para este vigilante no es la primera Nochebuena lejos de familiares y amigos. «Ya llevo varios años en esta situación. Antes, además, estaba en hostelería por lo que ya estoy más que acostumbrado», reconoce. Permanecerá en las oficinas de la empresa desde las ocho de la tarde hasta la misma hora de la mañana, pendiente de el aviso de cualquier alarma instalada para coger el coche y desplazarse donde corresponda. «Lo tomas con resignación. Obviamente te apetece estar con la familia pero para mí ya se ha convertido en una noche más», añade González. ¿Es Nochebuena una jornada especialmente conflictiva en lo que respecta a los robos? «No, para nada. La verdad es que suele ser una noche con poco movimiento, al contrario que con la hostelería, donde había muchísimo ajetreo». «Parece que ni los cacos quieren robar esta noche», apostilla. La llamada cariñosa de la familia, eso sí, no falta durante las horas de vigilancia.

Una de las noches más imprevisibles la tendrá Javier Álvarez, uno de los encargados de hacer que las ambulancias lleguen a tiempo a cualquier incidencia que surja en la ciudad. «Nos ponemos de acuerdo en los centros de salud en los que trabajamos para que todo el mundo lleve algo de cena. La cosa es que pocas veces podemos estar todos a la vez», explica. ¿El motivo? Las llamadas inesperadas que obligan a salir corriendo para subir a la ambulancia y socorrer a los heridos. «He tenido noches de calentar la cena dos o tres veces», cuenta.

Aunque las primeras veces cueste separarse del entorno familiar, con el paso de los años «uno se acostumbra». «Cuesta, pero el ambiente entre los compañeros es de lo más familiar. Al final pasas tanto tiempo con ellos que llegan a ser tu segunda familia», explica. La experiencia le dice que, en su caso, el trabajo en Nochebuena se suele concentrar a lo largo del día. «La gente que está pachucha suele ir a primera hora al médico para que les miren y estar cuanto antes en casa», dice. Este tipo de oficios, sin embargo, obligan a estar siempre atento a cualquier eventualidad, sea la fecha que sea: «Todos aquí somos servidores públicos. Hay que estar siempre disponibles para ayudar a las personas», concluye. Hay otros trabajadores que, pese a poder cenar con la familia, están obligados a levantarse en la sobremesa para trabajar durante la madrugada. Es el caso de Carmen González, una de las taxistas que recorrerán las calles de la ciudad. «No es la primera que me toca trabajar. Cenas con la familia y después, en la sobremesa, toca levantarse y coger el coche», explica. Estará circulando desde después de la medianoche hasta por la mañana.

Una de las mejores noches Como para la mayoría de los taxistas, dejar de trabajar en Nochebuena no es negociable. No en vano, esta noche se puede equiparar «a las más fuertes del verano», esas en las que nunca suele faltar trabajo. «Primero, hay mucha gente que va a casa de familiares a cenar y no quiere coger el coche. Después ya se deja ver más gente de fiesta», añade. Ya expertos en trabajar a horas intempestivas, los serenos afrontan la noche de hoy con normalidad. «Ya me tocó muchos años, no es nada nuevo -afirma Ángel Cordo entre risas-. Salimos a la una de la madrugada y comenzamos nuestra ruta. Depende la zona que te toque, pero por lo general suele ser una noche bastante tranquila», destaca. Los únicos conflictos a los que ha asistido suelen relacionarse con el alcohol y las discusiones de pareja. A Susana López, que también ejerce como sereno, este año le toca por primera vez.

Añade además con alivio que la zona que le toca vigilar, El Natahoyo, suele ser de las más tranquilas. Y más en una noche como esta. «Si tocase Fomento ya sería otra cosa, pero no es el caso», añade. Ahora está a la espera de saber su destino de Nochevieja. Otra noche y otro ambiente.

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