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19 de marzo de 2015

OJO, una cosa es la tendencia macroeconómica y otra muy diferente es el estado de la economía real



Dicen los empresarios de la seguridad privada que ya se empieza a notar la evolución en el sector y que el 2015 se presenta con buenas perspectivas pese a que persisten algunas incertidumbres, llegando a calificar el presente ejercicio como "el año del crecimiento o la estabilización".

El colectivo de trabajadores no acaba de ver esas mejorías que vende la patronal por ningún lado. Peor aún, muchos piensan que en aspectos fundamentales el sector aún se encuentra en situación de caída libre. Con estas declaraciones se hace más patente el abismo que separa los datos de la macroeconomía con el estado de la economía real, cuyo mejor termómetro es la situación de la condiciones laborales y sociales de los asalariados.

A la precarización de la condiciones de trabajo del sector de la seguridad privada, se suman otros aspectos como el alarmante paro que soporta el colectivo ( 7 de cada 10 vigilantes en posesión de la acreditación para ejercer de vigilante de seguridad están inactivos) y el alto nivel de incumplimiento del convenio del convenio colectivo, sobre todo por el número creciente de empresas que se retrasan cada vez más en el pago de salario, o que directamente optan por dejar de abonar alguno de sus conceptos (pagas extras, pluses, desplazamientos etc). En el mejor de los casos, los trabajadores que tienen el privilegio de prestar sus servicios para las principales y más solventes empresas del ramo, soportan nóminas que ni tan siquiera llegan a los mil euros, salarios claramente insuficientes para la responsabilidad que se le exige a un vigilante de seguridad y el riesgo intrínseco que tiene la profesión.

Sí que podemos suponer de donde salen las buenas expectativas del sector empresarial, y en general la moderada esperanza que tienen depositadas en el futuro las principales marcas comerciales que operan en la seguridad privada.

-Tenemos un convenio colectivo donde de nuevo se les congela el sueldo a los trabajadores, porque la miserable subida para 2015 de poco más de un cero por ciento (0,5) firmada por UGT, CC.OO y USO no alcanza ni siquiera para ser considerada como cambio de tendencia. Al contrario, de tapadillo y con engaños, se nos quitan mucho más de lo que se nos da. Ya ha quedado suficientemente contrastado que un vigilante de seguridad medio perderá en el 2015 alrededor de unos 500 euros al año de poder adquisitivo.

-Tenemos una nueva ley de seguridad privada hecha casi a medida de las necesidades de la patronal, donde a los trabajadores se nos convierte "de facto" en mano de obra efectiva pero barata para suplir en muchos casos la carencia que tiene nuestro país en materia de seguridad pública. Eso sí, no se ve por ningún lado una apuesta clara y decidida en la nueva legislación por dar cobertura y seguridad al trabajo diario de los agentes de seguridad que operan en el sector privado, tan necesaria para abordar con unas mínimas garantías los campos de negocio que se han destapado con la legislación recién aprobada hace apenas un año, y en general las tareas que implica ser vigilante.

- Ya ni hablamos del intrusismo galopante que sufre el sector a través de las empresas de auxiliares, en muchos casos fomentadas desde las principales empresas de seguridad, que utilizan segundas marcas para no perder cuota de mercado. Ahí también hay que echarle su parte de culpa a nuestros legisladores, porque la nueva ley no acaba de atajar de verdad esta lacra, peor aún, en algunos aspectos la nueva ley ha suavizado algún articulado para permitir que, por ejemplo, en ciertas circunstancias, un auxiliar de servicios se pueda poner en un mostrador con monitores de visionado de cámaras de seguridad sin ningún tipo de problemas. Todo un desastre.

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